Entrevista Dr. Adrian Mundt: Investigación en trastornos mentales y población penal

COMPARTIR

Desde 2013, el académico de la Facultad de Medicina, Doctor en Psiquiatría, Especialista en Psiquiatría y Psicoterapia y Médico Cirujano de la Charité Universitätsmedizin, Alemania, ha realizado estudios en torno a patologías psiquiátricas en recintos penitenciarios, inicialmente en cárceles de la Región Metropolitana y actualmente, en su más reciente publicación, analizó los suicidios en prisiones de diez países sudamericanos.

07 / 07 / 2020

Entre las proyecciones de su línea de investigación se encuentran continuar ampliando geográficamente su alcance, especialmente en países en vías de desarrollo y construir un centro de salud mental global con vínculos e impacto de alcances internacionales.

El psiquiatra y académico de la Facultad de Medicina, Dr. Adrian Mundt, está enfocado en el Fondecyt Regular “Tasas de camas psiquiátricas y de población carcelaria en regiones emergentes”, proyecto que se adjudicó en 2019 y que acaba de tener una publicación “1324 prison suicides in 10 countries in South America: incidence, relative risks, and ecological factors”, que está disponible en línea en la revista Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology, https://doi.org/10.1007/s00127-020-01871-3.  Sobre los resultados de este estudio y de su línea de investigación, el Dr. Mundt se refiere a continuación:

Con diez países, esta investigación es la que ha tenido mayor cobertura ¿qué impacto tiene en los resultados y cuáles fueron sus principales hallazgos?

Determinamos que en promedio en Sudamérica 40 personas se suicidan por cada 100,000 años de encarcelamiento. Esta tasa es 4 veces más alta que la tasa de suicidio en la población general. El riesgo relativo, si uno compara riesgos entre población carcelaria y población general, es especialmente alto para mujeres. Las mujeres privadas de libertad en promedio se suicidan 14 veces más que las mujeres de la misma edad en la población general. Hay una variabilidad importante de estas tasas entre los distintos países y hay una relación inversa con el hacinamiento. Los países que tienen población carcelaria más hacinada tienen menor tasa de suicidio. Este hallazgo indica que hay situaciones de tal hacinamiento que es físicamente muy improbable suicidarse porque otros internos impedirían consumar el suicidio.

Por otro lado, el encarcelamiento constituye un tiempo en el cual la salud y la seguridad de las personas afectadas están a cargo de la responsabilidad directa y absoluta del Estado. Los recintos carcelarios son ambientes controlados, sin embargo, los homicidios y suicidios están entre las causas de muerte más frecuentes en población carcelaria.  El relativamente alto riesgo de suicidio, a pesar del control del ambiente, es consistente con las muy altas tasas de problemas de salud mental y depresiones que describimos en estudios anteriores.

Los gobiernos y las administraciones carcelarias están al debe de mejorar la prevención de suicidio. Se debería desarrollar un plan nacional de prevención para esta población.

En 2016 también se adjudicó el Fondecyt Regular “Prevalencias de trastornos mentales en poblaciones carcelarias -un seguimiento de 3 años-” ¿Puede referirse a éste y a sus anteriores estudios que han cimentado su investigación actual?

Las reformas psiquiátricas conllevaron cambios importantes en la arquitectura de los servicios de salud mental. Hubo una iniciativa de desinstitucionalizar a los pacientes quienes estuvieron en hospitalizaciones de larga estadía. Estas transformaciones necesitaban evaluación y ajustes. Mi línea de investigación viene de este lado en Europa. Con el cierre de los hospitales psiquiátricos grandes y la implementación de camas psiquiátricas en hospitales generales, se redujo mucho el número total de camas disponibles en dispositivos de salud para enfermos mentales y una de las preguntas que perseguimos primero en Europa era: ¿Dónde están los enfermos mentales crónicos, graves, no autovalentes y cuáles son los lugares donde siguen institucionalizados? Así llegamos a mirar en más detalle a los recintos penales. Este asunto tenía una relevancia muy grande en Sudamérica porque el número de camas psiquiátricas se había reducido de forma extrema, haber estado en un número muy bajo ya antes de las reformas y en al mismo tiempo han aumentado de forma explosiva las tasas de personas privadas de libertad. Fuimos los primeros en describir una relación inversa significativa entre la eliminación de camas psiquiátricas y el aumento de población carcelaria para Sudamérica. Este estudio fue publicado en JAMA Psychiatry y recibió mucha atención internacional.

Siguiendo este hallazgo, queríamos saber más sobre la prevalencia de trastornos mentales en población carcelaria, especialmente al momento de ingreso a prisión preventiva. Así se podía ver efectivamente en qué estado llegaba la gente al sistema penal y entender el rol del sistema para recibir gente con trastornos psiquiátricos, descompensados. En este estudio grande vimos tasas muy altas de trastornos mentales severos (psicosis y depresión mayor, dependencias de alcohol y/o drogas tal como trastornos de personalidad) y se derivaron varias otras publicaciones sobre comorbilidad y el efecto de separación en padres reclusos de sus hijos menores de edad.

En estos años de investigación entre sus conclusiones ha podido determinar que la prisión mejora la prevalencia de los trastornos mentales ¿cómo puede explicar esto?

Yo no diría que “la prisión mejora la prevalencia de los trastornos mentales”, pero sí encontramos que las personas en promedio se mejoraron durante la reclusión, a pesar de las condiciones terribles que rigen a dentro de los recintos carcelarios. Eso fue un hallazgo que nos sorprendió, porque conociendo las condiciones uno esperaría enfermarse. La mejoría de las personas se veía en prevalencias más bajas de la mayoría de los trastornos y también en un instrumento que ocupamos que mide de forma continua la carga por síntomas psicopatológicos independientemente de la presencia o ausencia de un trastorno. Algunos individuos también empeoran trastornos preexistentes y otros inician trastornos mentales en reclusión. Dentro de los trastornos graves, la psicosis mejora menos que la depresión mayor.

En la parte cualitativa de este estudio que publicamos este mes en Frontiers in Psychology también se determinaron factores que contribuyen a la mejoría y al empeoramiento de los trastornos graves.

¿Cuál es el siguiente paso? ¿Cómo tiene pensado continuar la investigación de la salud mentar en la población penal y qué es lo que quiere alcanzar finalmente?

En mi grupo de trabajo perseguimos dos ambiciones de continuar esta investigación:

1) Ampliaremos geográficamente nuestra investigación involucrando a otros países y otras regiones especialmente en vía de desarrollo, así construiremos un Centro de Salud Mental Global con importancia internacional. En mi tiempo en Berlín encabecé una unidad de investigación con este nombre y todavía soy co-director allá. Al mismo tiempo vamos a continuar nuestros vínculos colaborativos con investigadores en Berlín, Londres y Oxford.

2) Iremos profundizando más las investigaciones en el ámbito penal en Chile. Los temas urgentes de abarcar son estudios de intervención en tratamiento y en prevención de problemas de salud mental. La falta de investigación es tan grande en esta temática que podemos ser pioneros en América Latina con nuestra agenda.

3) Los objetivos finales son que se mejore el aspecto de salud mental y rehabilitación durante la privación de libertad, que se mejore la situación de derechos fundamentales, entre ellos, el acceso a salud durante la privación de libertad y así contribuir a la construcción de una sociedad más equitativa, justa y segura para todos.